jueves, 23 de diciembre de 2010

¿Por qué duele que alguien muera ? ( Explicación de 1624)

"Meditación XVII" de Devotions Upon Emergent Occasions,
John Donne, 1624:

Nadie es una isla,
completo en sí mismo;
cada hombre es un pedazo de continente,
una parte de la tierra
; si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos,
o la tuya propia.
La muerte de cualquier hombre
me disminuye
porque estoy ligado a la humanidad;
por eso, nunca hagas preguntar
por quién doblan las campanas:
están doblando por ti .
John Donne, Devotions Upon Emergent Occasions

martes, 21 de diciembre de 2010

La reaccion ante la muerte según Harold Kushner

(Del libro “Cuando la gente buena sufre” de Harold Kushner.)
"Una de las peores cosas que le pasan a una persona herida por la vida es que tiende a aumentar el daño hiriéndose por segunda vez. No sólo es la víctima del rechazo, el duelo, la lesión o la mala suerte; con frecuencia siente la necesidad de verse como una mala persona que recibió lo que se merecía y debido a ello ahuyenta a las personas que tratan de acercársele para ayudada. Con frecuencia, en nuestro dolor y confusión, hacemos instintivamente lo que no deberíamos hacer. Sentimos que no merecemos recibir ayuda, y permitimos que la culpa, la ira, la envidia y la soledad autoimpuesta empeoren una situación que era mala de por sí.
Cierta vez leí un proverbio folclórico iraní: “Si ves a un hombre ciego, patéalo; ¿por qué ser más amable que Dios?” En otras palabras, si ves que alguien sufre debes creer que se merece su suerte y que Dios desea que sufra. Por lo tanto, ponte del lado de Dios, humíllalo y rehúye su compañía. Si intentas ayudarlo, te estarás oponiendo a la justicia de Dios.
Probablemente para la mayoría de nosotros ese punto de vista es espantoso. Por lo general, pensamos que sabemos cómo debemos actuar. Pero muchas veces, les decimos a las personas que han sido heridas que ellas, en cierta forma, se lo merecían. No lo hacemos para hacerles daño pero lo hacemos y cuando lo hacemos, alimentamos su sentido latente de culpa, la sospecha de que, quizá, lo que sufren les sucedió porque de alguna forma se lo buscaron.
Si la gente viviera eternamente y no muriera jamás, sucedería una de dos cosas. El mundo estaría insoportablemente lleno o la gente evitaría tener hijos para impedir que se llenara. La humanidad se vería privada de esa sensación de nuevo comienzo que le representa el nacimiento de un niño, esa posibilidad de algo nuevo bajo el sol. En un mundo en el cual la gente viviera eternamente, es probable que jamás hubiéramos nacido.
Pero, al igual que en nuestra discusión previa del dolor, debemos reconocer que una cosa es explicar que la mortalidad en general es buena para la gente en general y algo muy diferente decirle a alguien que ha perdido a un padre, una esposa o un hijo que la muerte es buena. No nos atrevemos a intentarlo. Sería cruel y desconsiderado. Lo único que podemos decirle a alguien en un momento como ese es que la vulnerabilidad frente a la muerte es una de las condiciones de la vida. No podemos explicarla como tampoco podemos explicar la vida en sí misma. No podemos controlarla, y algunas veces, ni siquiera posponerla. Lo único que podemos hacer es intentar elevarnos sobre la pregunta” ¿por qué pasó?” y comenzar a preguntarnos
“¿qué haré ahora que pasó?”

sábado, 4 de diciembre de 2010

Cómo ganarle a la muerte

Vean este genial video de Bruno Bozzetto:
http://www.youtube.com/watch?v=kYDUXWwQcoI&feature=related
¿ El mensaje? Mejor pasarla bien!