lunes, 17 de diciembre de 2012

Momificador famoso


Oscar Silvestre León: “Yo no soy un científico, esto es arte y yo soy un artista”

POR LUIS SARTORI

Unico. Desde chico vivió rodeado de animales. Corrió y se moviliza en bicicleta. Y sin querer descubrió la fórmula para convertirse en un “jíbaro” que llamó la atención hasta de la BBC.
Bonsai animal. Oscar mira la cabeza reducida de un potrillo de cinco meses, una de las nueve piezas que atesora en su austera casa de Lobos. /LEO VACA

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17/12/12
Esta entrevista tiene banda de sonido: afuera de la cocina un gallo prepotea su kikirikí y el canario, ahí nomás de la puerta, va y viene por el pentagrama musical (arriba de la tele tres relojes repiten tic tac tic tac , pero no son de carne y hueso). En el austero mundo de Oscar Silvestre León (67, también corredor de rural bike ) los animales son presencia, cariño, trabajo, pasión . Este hombre –que se define “solitario” y “autodidacta”– convive también con su perra Blanquita, dos gatos bebés que se adueñaron de la cama y un puñado de gallinas que ponen huevos verdes. Nació, se crió y vive en Lobos, a los fondos de un laboratorio de análisis clínicos, a metros del hospital y la estación, y en casa prestada. De hogar humilde, vendió diarios de los 7 a los 19, y armó un minizoológico (garzas, patos, flamencos, víboras...) ya a los 8. Tenía 14 cuando se le murió su mascota favorita, un tero, y lo quiso conservar “por cariño”: intentó momificarlo, un hobby que arrancó “a los 9, 10 años”, pero la sobredosis de ácidos hizo que el ave se fuera achicando y achicando. Acababa de descubrir de pura casualidad lo que lo convertiría en –como lo bautizó el periodista Enrique Sdrech a mediados de los 80– “El jíbaro de las Pampas” .
O sea que empezó con la momificación, no con la reducción.
Sí. Y siempre solo. Todo lo que hice fue por experiencia propia. Y lo hacía de una manera especial: no le sacaba ninguno de los órganos. Quedaba tal cual el animal.
¿Salía a cazarlos?
No, no, no. Nunca fui un depredador. Trabajo con animales muertos. Defiendo totalmente la naturaleza. Hasta he tenido problemas con cazadores furtivos, que los he denunciado. Hoy en día estoy tranquilo: no tengo ningún cargo de conciencia de salir a matar para hacer lo que hice. Todo lo contrario. La gente salía a cazar y me tiraban los animales en la puerta de mi casa. Ese fue el motivo por el que dejé de momificar. Un día dije esto no puede ser.
¿Pensó en momificar personas?
Estaba en el proyecto. Pero hoy, no.
¿Abandonó eso?
La momificación sí. Ya se cumplió un ciclo. Hoy sería más que costoso, y también mucho trabajo. Siempre digo que si hubiera agarrado a Eva Perón, estaría tal cual. Momificada, no el trabajo que se hizo.
¿Fue un mal trabajo?
No fue un mal trabajo, fue un trabajo muy artesanal: se usó mucho acrílico, parafina, cera. Calculá que Eva Perón pesaba 32 kilos cuando murió y salió pesando 70 y pico. Se utilizó solamente el esqueleto de Eva ... fue una escultura. El doctor (Pedro) Ara la reconstruyó totalmente. La nariz, por ejemplo, no era la de ella. Estaba en un estado de descomposición tremenda cuando la agarró. No había nada más por hacer.
Para momificar, ¿cuánto tiempo no tiene que pasar?
Según. Si la persona muere de un problema de corazón, por un infarto, automáticamente se descompone. Si muere de alguna enfermedad maligna en la que ha tomado mucho medicamento, eso la conserva mucho más. Tres, cuatro días.
¿Cuál es la diferencia entre taxidermia y momificación?
Taxidermia quiere decir piel armada, piel rellena. Supuestamente, Eva Perón fue hecha con taxidermia, pero nada que ver porque se usaron otros elementos. Ni fue la piel de ella. Sí el pelo y las uñas.
¿Y qué es momificar?
Es conservar el cuerpo con todos sus órganos.
¿Parecido o diferente a lo que hacían los egipcios?
Lo mío era totalmente ajeno a lo que ellos hacían. Te digo más: hasta mi reducción de cabezas no tiene nada que ver con la que hacen los jíbaros. Lo mío es algo muy especial. Está dentro del secreto.
¿Lo va a revelar?
No. Yo lo que dejo es un testamento, que mi trabajo vaya a parar a las manos de un amigo, que es Emilio. Yo le dejo todo a él.
¿La fórmula no la va a transferir?
No. Creo que un hijo no se vende ni se compra.
¿Lo que hace es como un hijo?
El hijo que no tuve. Sé quién soy, sé lo que hice, pero nunca me la creí. De vender diarios llegué a la BBC de Londres. Y sigo con el perfil bajo, tranquilo... la tengo bastante clara. Sé que pasé por esta vida y dejé algo. Unico. De 1970 a la fecha estoy saliendo en los medios, hace 43 años. Y no es por mi cara bonita que vinieron hasta acá la BBC, Televisa, Univisión... (Hizo exposiciones en la Rural de Palermo; en el cine Premier; en la Casa de la Provincia; hasta en Niceto, por sus 50 años en el “oficio”).
¿Cómo le fue en Niceto? 
Ahí los pibes y las chicas me abrazaban y se sacaban fotos conmigo. Me verían como una persona exótica. Me relaciono mucho con el rock. Con pibes que andan con bandas. Me ven como un rockero más, como un hippie (se ríe con ganas).
¿Y le encargan trabajos?
No. Te digo que esto es caro. Dos mil dólares la cabeza de un gato. De ahí para arriba.
¿Cuál es el animal más grande al que le redujo la cabeza?
Ahí están. El potrillo y el antílope.
¿Cuánto tiempo le llevaron?
Seis meses cada cabeza. Es muy lento el trabajo. Muy delicado. Trabajo de noche, en silencio, tranquilo. Un ratito todas las noches. Lo primero que trabajo es la descomposición: empiezo a suturar la boca y los ojos para que no se deformen. Después la voy controlando, para que no se me deforme. Todos los días se va reduciendo simétricamente sin perder la forma. Y las orejas se las dejo natural. No se las toco, para que se note la diferencia.
¿Vive de esto?
No, yo vivo de una pequeña jubilación. Tengo la vida muy ordenada, muy disciplinada. La momificación sí me permitía vivir, no juntar plata. Es que nunca lo hice con ese objetivo. El objetivo era el arte. Esto es un arte. Yo no soy un científico, yo soy un artista. Esto es mi creación. Por eso te digo que soy muy celoso de lo mío. Más, que ha trascendido tanto mundialmente. Y va a seguir. El fin será mi vida. Y van a decir algún día “nació en Lobos una persona que era única en el mundo”.
¿Qué le gustaría que hicieran con sus trabajos?
Que fueran a parar a algún museo muy importante. Pero no de la Argentina. De Europa.
Hombre de campo, dice haber sido amigo de Larralde, Alberto Merlo y Argentino Luna, y se declara “muy libre, muy individual, un solitario”. Y agrega: “Amo la naturaleza, la soledad, el silencio. Hay gente que al silencio le tiene miedo –desafía– porque tiene que pensar. Yo pienso. Me gusta mucho la filosofía. Yo me siento ahí (el patio) a la tardecita, y pienso.
¿Lee filosofía?
Algunos libros he leído. Pero no me gusta hacer lo que está hecho. Me gusta investigar. Tengo un alma investigadora.
¿Reduciría cabezas de personas?
No, no, no. Yo soy muy creyente. Algo me dice en esto no te metas.

martes, 23 de octubre de 2012


El neurocirujano que viajó al Más Allá

Dr Alexander (Life beyond death)Dr Alexander (Life beyond death)
"El cielo es real", títuló días atrás la revistaNewsweek. Era un reportaje al doctor Eben Alexander, profesor en Harvard, quien aseguró haber estado una semana en coma profundo y recordar, al despertarse, una experiencia cercana a la muerte.
Su relato confirmó las ilusiones que Occidente se hace acerca del sitio a donde van las almas cuando desencarnan, un lugar angelical, colmado de mariposas y sonidos celestiales. En noviembre de 2008, Alexander había sufrido un cuadro de meningitis bacteriana fulminante, tras lo cual su cerebro "se apagó". La situación era delicada. Los médicos casi no tenían palabras de aliento para su familia. Siete días después salió del coma. Poco a poco —no inmediatamente- fue reconstruyendo sus "recuerdos de la muerte".
El número de NewsweekEl número de Newsweek
El médico dice que antes de su vivencia rechazaba la realidad de las llamadas Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM)"Mi aventura comenzó en un lugar más alto que las nubes, inconmensurablemente superior. Había criaturas. ¿Pájaros? ¿Ángeles? Estas palabras han sido escritas más tarde, cuando estaba pasando a limpio mis impresiones. Pero ninguna palabra hace justicia a los seres que vi, que sencillamente eran formas superiores, diferente a todo lo que he conocido en este planeta"Jura que estas "criaturas" emitían fuertes sonidos, "como un canto glorioso", dice Alexander, "como expresiones de alegría", razonó más tarde. El sonido "era palpable y casi material, como una lluvia que puedes sentir en tu piel, pero no te moja". También había una mujer, que le dio tres mensajes: "Sois amados y apreciados, queridos, para siempre", "No tienes nada que temer" y "No hay nada que puedas hacer mal".
Lo que vivió fue la prueba de que el cielo existe, dijo. Tomó apuntes de sus sensaciones y ahora va a publicar un libro, "Proof of Heaven: A Neurosurgeon's Journey into the Afterlife" ("Prueba del Cielo: Viaje de un Neurocirujano al Más Allá"), que saldrá en los EE.UU. el 23 de octubre.
El relato del doctor Alexander "es el más el más asombroso que he escuchado en más de cuatro décadas de estudiar este fenómeno, es una de las joyas de la corona de todas las experiencias cercanas a la muerte", bendice desde la solapa el pionero de este campo, el doctor Raymond Moody.
Aclarémoslo ya mismo: estas vivencias no son "más reales" por el hecho de que las experimenten médicos de Harvard. Pero el prestigio de este neurocirujano, que enseñó durante 15 años en el Hospital Brigham & Women de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, Massachusetts, EE.UU., refrescará las góndolas tras largo tiempo sin novedades en este rubro. Y, sin duda, será best-seller. "Diga que la muerte no existe y conseguirá que la multitud aplauda agradecida la buena noticia", escribió Isaac Asimov.
El relato del doctor Alexander obtiene una pátina excitante por su especialización en cirugía cerebral, su interés en temas de la consciencia y las vívidas imágenes que asegura haber recuperado de su memoria. Él es cristiano, una creencia que no sólo tiñe su interpretación de la experiencia sino la percepción y credibilidad de los otros. Pero fue su conversión a una creencia que no es validada por la ciencia (para la cual la consciencia no es una cosa aparte del cerebro) la que lo ha llevado a escribir este libro, ya que, explica él mismo, "experimenté algo tan profundo que me dio una razón científica para creer en la conciencia después de la muerte".
La triple condición de Alexander (creyente, científico y protagonista de una ECM) parece justificar un retorno a los tópicos que plantean estas experiencias: si existe vida después de la muerte, cómo nos prepara el cerebro para ese momento y cuánto hay de cierto y cuánto de fantasía en lo que cuentan estas personas. Un debate que mantuvo vivo por largo tiempo entre los argentinos el escritorVíctor Sueiro (1943-2007), autor de varios best-sellers dedicados a promover la existencia del Más Allá (ver dossier sobre el caso en Dios!).
Algunas contenidos adelantados por la reciente edición norteamericana de la revista Newsweek y lapágina web permiten inferir que el libro regresa sobre las constantes reunidas por Moody en 1975 para este tipo de experiencias, a saber:
- sonidos audibles tales como un zumbido
- una sensación de paz y sin dolor
- tener una experiencia extracorporal (sensación de salir fuera del cuerpo)
- sensación de viajar por un túnel
- sentimiento de ascensión al Cielo
- ver gente, a menudo parientes ya fallecidos
- encontrarse con un ser luminoso
- ver una revisión de su vida
- sensación de aversión con la idea de volver a la vida.
Una vez que el viajero se reclina sobre la camilla, asegura que su visión de la realidad y sobre el universo han cambiado radicalmente: él está listo para asumir "una vida más espiritual", un concepto que muta en arreglo al contexto cultural del experimentador. De igual modo, los seres, las notas musicales y otros aspectos de la experiencia varían conforme la religión que profesa cada protagonista, sumada la tendencia a rechazar la comparación de la experiencia con un "sueño lúcido", ya que los recuerdos no son numinosos, sino extraordiariamente vívidos.
"Estuve Muerto" (conducido por Pedro Erquicia, en Documentos TV) es uno de los escasos buenos documentales sobre el tema disponibles en la red. (Duración: 50')
Ascent of the Blessed 1490 Ascent of the Blessed 1490
Estas constantes han permitido elaborar diferentes explicaciones plausibles para las ECM. Y basadas en la evidencia científica, esto es, que prescinden de cualquier hipótesis sobrenatural. La doctora Susan Blackmorellamó la atención hacia el hecho de que ver luces brillantes parpadeantes o experimentar la visión del túnel y otras alucinaciones visuales geométricas, no sólo son cosas que pasan en experiencias cercanas a la muerte, sino en episodios de epilepsia, migraña, al quedarse dormido, al meditar, al relajarse, presionando ambos globos oculares o al tomar alucinógenos como el LSD, el cannabis, la psilocibina o la mescalina.
En 1930 Heinrich Klüver, profesor de la Universidad de Chicago, notó cuatro formas constantes en las alucinaciones: túnel, espiral, telaraña y trama o red cristalina. Klüver advirtió que su origen quizá era la estructura de la corteza visual, el área del cerebro que procesa esta información. Blackmore, inspirada por trabajos realizados por Jack Cowan, neurobiólogo de la Universidad de Chicago, explicó la visión del túnel porun efecto de desinhibición de la actividad del cerebro: este exceso de actividad genera que las fajas de neuronas activas en la corteza aparezcan como anillos concéntricos, túneles o espirales en el campo visual.
Neural Computation 2002Neural Computation 2002
Para poner a prueba estas ideas, Blackmore diseñó un programa informático que simulaba el funcionamiento del cerebro en una situación de desinhibición e intentó ver qué ocurría si un ruido eléctrico aplicado en la corteza cerebral comenzaba a crecer gradualmente. "El programa —escribe Blackmore— comienza con puntos de luz finamente diseminados, con más puntos en el medio y muy pocos en los bordes. El número de puntos aumenta de a poco, imitando el ruido creciente. El centro comienza a verse como una burbuja blanca y los bordes externos incorporan más y más puntos. Y así se expande, hasta que, por fin, la pantalla se llena de luz. La apariencia es exactamente como la de un túnel oscuro con pequeños puntos de luz, con una luz blanca al final. Luego la luz se hace mayor (o más próxima) hasta cubrir toda la pantalla".
Susan BlackmoreSusan Blackmore
De acuerdo con Blackmore, las ECM serían una ilusión perceptiva debida a la excitación al azar de grupos de neuronas de la corteza cerebral. Así, el protagonista vivirá la ilusión de volar a través de un túnel oscuro, hacia una salida iluminada. Las creencias religiosas o las influencias culturales del sujeto determinarían la interpretación de la experiencia, incluido el sentimiento de unidad con lo sagrado, ligado a los replanteos vitales que suceden a esa realista sensación de haber estado a punto de morir, y volver para contarlo.
Las experiencias extracorpóreas (EEC, o "viajes astrales") están relacionadas con el reemplazo del ambiente real por imágenes almacenadas en la memoria. "Los modelos de memoria —afirma la psicóloga inglesa— generalmente se construyen desde una perspectiva aérea. La vivencia parece real porque es el mejor modelo que el sistema dispone en ese momento".
En el año 2007, The New England Journal of Medicine publicó el estudio de un caso donde un grupo de científicos —con la intención de tratar un caso de tinnitus— aplicó unos electrodos a un paciente, a quien estimularon la región del cerebro relacionada con el giro angular derecho. El experimento le generó la sensación de que se hallaba a 50 centímetros por detrás de su cuerpo. Otros autores dicen que las "vistas aéreas" propia de las EEC están relacionadas con la percepción que tenemos de nosotros mismos, la orientación y el equilibrio vestibular. También explican que puede causar el mismo efecto una estimulación generada por el flujo sanguíneo cuando grandes arterias convergen cerca del giro angular dentro del cerebro. "Si algo comprime esta área, nuestras sensaciones corporales pueden llegar a desorientarse. Podemos llegar a sentir que nuestro cuerpo está flotando sobre la mesa de operaciones o la escena de un accidente de tráfico", escribe Sandra Blakeslee en su libro "El mandala del cuerpo" (2009).
En un experimento de 2004, realizado por doctora Willoughby B. Britton y Richard R. Bootzin, de la Universidad de Arizona, tomó a 23 personas que afirmaron vivir una ECM y un grupo de control, integrado por personas que nunca tuvieron un estrés post-traumático. Mientras los sujetos dormían, los científicos escanearon sus cerebros y notaron que los patrones de sueño de cada grupo eran muy diferentes: el 20% de los que informaron haber visto la "luz al final del túnel" mostraban el mismo patrón en el lóbulo temporal que los enfermos de epilepsia y mayor actividad en la zona asociada con las vivencias místicas y religiosas.
¿Por qué es significativo que la actividad en el lóbulo temporal tenga que ver con las alucinaciones generadas durante las experiencias cercanas a la muerte? Porque quienes tuvieron estas experiencias —sugiere la investigación— serían personas fisiológicamente diferentes de la población general. Y también es significativo porque, según parece, el lóbulo temporal queda más cerca que el Cielo.
Alejandro Agostinelli es periodista y editor del blog Factor 302.4
@AleAgostinelli

sábado, 7 de abril de 2012

"Cinco minutos más", por Jorge Schussheim

Confieso que nunca disponía de tiempo para quedarme; que siempre tenía-o inventaba- excusas para irme.
Es que el clima de la casa, esa casa en la que había vivido, me deprimía: la pintura del techo que colgaba en jirones, la moquette gastada hasta la trama, adornos de porcelana desconchados y mal pegados, libros en ruso que nadie volvería a leer y que juntaban polvo en esos estantes con fondo de espejo en el mueble del living; el living en sí, oscuro, ya que desde que mamá había perdido la vista, la luz no le era necesaria, lo que por un lado me hacía sentir incómodo, pero por el otro ayudaba a disimular las cosas que se paralizaron cuando mamá decidió que había empezado a morirse; el hecho de ver a mi mamá sentada todo el santo día en ese sillón, cada vez más ensimismada, más adormilada, cada vez más cerca de esa muerte que se había autopronosticado como inminente hacía unos veinte años, me producía tal desasosiego que lo único que quería era escaparme, desaparecer, rajar.
A veces la situación daba como para esgrimir razones más o menos reales:

-Bueno... tengo el auto en doble fila, así que te doy un besito y me voy rajando...
-Bueno, mamá... estuve trabajando todo el día... un beso, que me voy a dormir...
-Mamá... Mamá... no, no, no... déjela dormir, Rosa. Cuando se despierte, dígale que pasé a darle un beso...
-Bueno..., no, mamá... hace casi dos horas que empezamos a comer: me voy antes de que reviente. Chau, un beso...
Otras, inventaba excusas para no quedarme allí:
-Bueno... tengo el auto en doble fila, así que doy un besito y me voy rajando...
-Bueno, mamá... estuve trabajando todo el día...

Rajar. Escaparme.

Y para peor, que fuera como fuera la cosa, después de mi visita de segundos, minutos, hora, mi mamá siempre decía lo mismo:

-Quedate cinco minutos más...

Interminables cinco minutos más.

Mi madre fué enterrada en la parte nueva del cementerio de Tablada. Al año siguiente, tal como marca la tradición, encargué la lápida definitiva.
Era muy simple, de granito y tenía al pié dos pequeños vasos metálicos para flores.

A pesar de ser todavía agosto, ese domingo era primaveral. El sol brillaba de pleno en ese cielo extraordinariamente azul. Nada se movía. La calma era total.
La tumba ya no estaba tan sola como un año atrás. Mi mujer sacó los vasos, calculó cuantas de la flores que habíamos comprado en la entrada cabrían en cada uno, se robó de una de las tumbas un frasco que aparentemente había sido de mayonesa, y con los tres recipientes, se fué a buscar agua a una canilla que estaba contra el muro, a unos cincuenta metros.
La verdad es que la lápida era muy linda. Los vasos metálicos llenos de flores amarillas y el frasco de mayonesa rebosando fresias plantado cerca del nombre de mi mamá, le quedaban más que bien.

Habremos estado algunos segundos, quizás sesenta, parados frente a la tumba, cuando yo dije bueno...

Y ahí, en ese exacto instante, no sé de donde salió una racha de viento tan fuerte, que no solo levantó polvo de alrededor de la tumba de mamá y desparramó las flores amarillas, sino que volcó el frasco de mayonesa.

Así que hasta que mi mujer fué de vuelta a buscar agua y que acomodó otra vez las fresias y que limpiamos y secamos la lápida, pasaron más o menos otros cinco minutos.

miércoles, 15 de febrero de 2012

TEORÍA DEL "INFIERNO".

Pregunta hecha en un examen trimestral de química en la Universidad de Toledo.
La respuesta de uno de los estudiantes fue tan singular, que el profesor quiso compartirla con sus colegas, vía Internet, razón por la cual podemos todos disfrutar de ella.

Pregunta:

¿Es el Infierno exotérmico (desprende calor) o endotérmico (lo absorbe)?

La mayoría de estudiantes escribieron sus comentarios sobre la Ley de Boyle (el gas se enfría cuando se expande y se
calienta cuando se comprime).

Un estudiante, sin embargo, escribió lo siguiente:

"En primer lugar, necesitamos saber en qué medida la masa del Infierno varía con el tiempo.

Para ello hemos de saber a qué ritmo entran las almas en el Infierno y a qué ritmo salen.. Tengo sin embargo entendido que, una vez dentro del Infierno, las almas ya no salen de él. Por lo tanto, no se producen salidas. En cuanto a cuántas almas entran, veamos lo que dicen las diferentes religiones:
La mayoría de ellas declaran que si no perteneces a ellas, irás al Infierno. Dado que hay más de una religión que así se
expresa y dado que la gente no pertenece a más de una, podemos concluir que todas las almas van al Infierno. Con las tasas de nacimientos y muertes existentes, podemos deducir que el número de almas en el Infierno crece de forma exponencial.
Veamos ahora cómo varía el volumen del Infierno. Según la Ley de Boyle, para que la temperatura y la presión del Infierno se mantengan estables, el volumen debe expandirse en proporción a la entrada de almas.

Hay, por lo tanto, dos posibilidades:

1ª. Si el Infierno se expande a una velocidad menor que la de entrada de almas, la temperatura y la presión en el Infierno se incrementarán hasta que éste se desintegre..

2ª. Si el Infierno se expande a una velocidad mayor que la de la entrada de almas, la temperatura y la presión disminuirán hasta que el Infierno se congele.

¿Qué posibilidad es la verdadera?

Si aceptamos lo que me dijo Teresa en mi primer año de carrera (hará frío en el Infierno antes de que me acueste contigo), y teniendo en cuenta que me acosté con ella ayer noche, la posibilidad número 2 es la verdadera.

Doy por tanto como cierto que el Infierno es exotérmico y que ya está congelado. El corolario de esta teoría es que, dado que el Infierno ya está congelado, ya no acepta más almas y está, por tanto, extinguido... dejando al Cielo como única prueba de la existencia de un ser divino y amoroso, lo que explica por qué, anoche, Teresa no paraba de gritar: *¡Oh Dios mío!*

Dicho estudiante fue el único que sacó 'sobresaliente'....

No te tomes la vida tan en serio; al fin y al cabo no saldrás vivo/@ de ella.
El infierno ya lo vivimos aqui en la tierra.
De: Carlos Aurelio Caldito Aunión

lunes, 16 de enero de 2012

Poema cherokee a un amigo muerto

No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no duermo.
Soy un millar de vientos que soplan
y sostienen las alas de los pájaros.
Soy el destello del diamante sobre la nieve.
Soy el reflejo de la luz sobre el grano maduro,
soy la semilla y la lluvia benévola de otoño.
Cuando despiertas en la quietud de la mañana,
soy la suave brisa repentina que juega con tu pelo.
Soy las estrellas que brillan en la noche.
No te pares al lado de mi tumba y solloces.
No estoy ahí, no he muerto.